Y los angeles ígneos cayeron,
profundos truenos se oían en las costas,
ardiendo con los fuegos de oro.
Blade Runner
Desde que la coracera Espe permitiese una mañana la entrada a la nieve, (habría dormido mal, se habría levantado con la naúsea, vaya usted a saber) el manto blanco nos visita casi asiduamente. Está a punto de convertir a esta ciudad en una nueva Shangrilá, para el diez por ciento de los madrileños viejos (habrá que acreditar al menos cinco generaciones y tener el traje de chulap@ almidonado y siempre presto). Para el resto, que no estamos llamados a la eternidad por la carne, que no seguimos las carrozas (con su olor reciente a barniz barato) de semana santa, que estamos divididos entre el Ser o no Ser (de estacionamiento regulado), que llegamos fascinados por los cines de la Gran Vía y un gran viento tórrido acabó con ellos.
Para el resto digo, nos construyeron la A-3 a Valencia, para gran solaz de nuestro desconcierto y acaso trampa para osos inconstantes (la mayoría aún inseguros a la hora de elegir lobo u oso). A nadie se le ocurra cogerla hoy, la A-3, quedáis avisados, ¡qué nieva!. Desde mi ventana obtuve esta bonita instantánea y a continuación me puse los calcetines de siete leguas (las que separan la habitación del salón en un apartamento de 45 m.) y quemé los libros que no necesitaba para hoy, siguiendo un impulso espe-sitorial, por si entro en el próximo recuento de madrileños, los invitados a Shangrilá, a la vigilancia de los atletas (para el 2ooo qué), al espionaje de todos contra todos, en fin, a ser carne de su carne para salir a hacer un bonito muñeco de nieve, junto a los ángeles ígneos, que viven con miedo.
Quien supo de la nieve y calla,
quien acogió el sonido en sus manos
y lo devolvió, sólo desesperanza
y pájaros rotos:
Ángel cubierto de nieve y blanco
en cuyo pífano no hay nada,
caiga tu reino y pronto
sobre esta codicia,
y nos destruya tu reino,
o nos guarde o bendiga,
y nos ponga en mil dificultades
y aliente en los ojos huecos
que te esperan,
a tu imagen, sin semejanza,
sólo tú, horrísono,
que sólo tú reinas y maldices
por los siglos de los siglos desalojados,
entre la intemperie
y la desmemoria de tu nombre.
Amén.
(Ilustración del pintor Prestell, http://www.prestell.net/, perteneciente a la colaboración que realizamos, "Angeles en requiem" a la que pertenece el texto. Deo gratia)
quien acogió el sonido en sus manos
y lo devolvió, sólo desesperanza
y pájaros rotos:
Ángel cubierto de nieve y blanco
en cuyo pífano no hay nada,
caiga tu reino y pronto
sobre esta codicia,
y nos destruya tu reino,
o nos guarde o bendiga,
y nos ponga en mil dificultades
y aliente en los ojos huecos
que te esperan,
a tu imagen, sin semejanza,
sólo tú, horrísono,
que sólo tú reinas y maldices
por los siglos de los siglos desalojados,
entre la intemperie
y la desmemoria de tu nombre.
Amén.
(Ilustración del pintor Prestell, http://www.prestell.net/, perteneciente a la colaboración que realizamos, "Angeles en requiem" a la que pertenece el texto. Deo gratia)
Podemos hablar de las diversas manifestaciones del concepto Shangri-la: como el tópico que parece ser situado en una ciudad o valle entre cumbres montañosas ya sea en el Tibet ,son el territorio de Diqing y el Reino de Bhután ,o a orillas de Titicaca, con habitantes de incluso más de ciento cincueta años un lugar raro exótico.
ResponderEliminarPero hay otro Shangri-la, una actitud mental de moderación y conformidad, que dicen que los que la practican podrán conseguir incluso la inmortalidad, en ese mundo la indiferencia es una bendición, pero el arte , el adorable y subversivo arte desprecia la placidez y la indiferencia que nos lleva a seguir por el camino más seguro que naturalmente es el de la anestesia para el alma.
Que encontréis algo de esto en la India o Nepal y sino ya iremos algún día a Bhutan.
Concha
Totalmente de acuerdo Concha y gracias por la invitación a Shangrila como estado de ánimo (sin anestesias, salvo las paliativas, cuando...). Por otro lado creo que nos debemos plantear seriamente lo de Butan.
ResponderEliminarAbrazos