domingo, 2 de enero de 2011

LA PIEL


Tanto he hablado de la piel, que apenas he escrito sobre ella. La piel es una cuestión civil y ebria. Dobla esquinas para verse reflejada en los escaparates. La piel es un lecho civil y requiere:  marfiles y ébanos, interpretaciones. La piel tiene sentido del grito. Se deja la caricia sobre las tapas de los pianos. Nunca llora. Los vecinos no soportan la piel. Tiene añadas, cremas suavizantes, lencería. Se retroalimenta, se olvida. La piel nunca vuelve el rostro. Obedece a  rimas internas, desobediente. El mar tiene piel, esfoliantes en la arena. La piel gasta los pijamas y se embelesa desnuda.  Gira torpe entre las sábanas. Reconoce. La piel no piensa a todas horas. Duerme hasta entrado el día. Abraza en los sofás. Tiene escalas. Sueños depilatorios. Es y para. A veces con. Tiene frío de gallina, el salario del sudor. Tiene patos de goma. Mi piel.