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Acabo de encontrar un artículo, en la prestigiosa revista International Capital Magazine (no confundir con la de corte marxista-leninista), ya que ésta se dirige al segmento de empresarios catetos, cafetos y estraperlistas de toda la vida, que llevan a gala no usar ordenador ni teléfono móvil. Es decir empresarios bragados, meados, con alitosis. Sus cuadros de control penden de una chincheta sobre el corcho y sus porcentajes de actividad van del 5 % (con desviaviones del +-10%) en adelante.
Atención pregunta:
-¿Que opinión le merece la política empleada por los gobiernos europeos, en concreto el de su país, para afrontar la crisis?
-Los gobiernos europeos no están interviniendo tanto como el que sufrimos (risas en la sala). Las aportaciones que han realizado a los bancos no fluyen hacia las empresas, para las que es tan necesario ese capital para ajustar sus plantillas (gestos de aprobación).
Por otro lado el mercado ha decrecido por encima del 50% y eso es mucho se mire como se mire. Preveo (las pitonisas en pie, atónitas) que el año que viene será plano (las clínicas de estética en este momento sufren un ligero temblor mamario) y el siguiente reapuntará algo.
Lo que no comprendemos es la aptitud de la masa salarial, en ocasiones anteriores se han movilizado con una precipitación que ya quisera yo en estos momentos (la sala: un clamor, ¡huelga, huelga!). Nosotros como siempre, apoyaremos a nuestros trabajadores en lo que nos sea posible, para afrontar el cambio de modelo laboral (la sala se viene abajo). A mí mismo, no hace tanto, un piquete me franqueó el paso a la empresa, nada más presentarme, con treinta de mis trabajadores detrás (eso, eso, vociferan los empresarios).
Mire le voy a decir una cosa, los brotes verdes los tengo en el jardín desde primavera, pero no dan de comer a mis trabajadores y eso que lo he intentado (risas, risitas). Lo que hace falta, se lo voy a decir con cuatro datos, es un crecimiento mayor y dejar de apoyar la educación y la justicia (alguien en la sala añade: y... ¡la aeronáutica!), y ¡la aeronáutica! (otro apunta: y ¡la genética!) y ¡la genética! (... y ¡las homologaciones!) también (alguna voz añade: y...¿las putas?, pero no recibe la acogia unánime).
Acabamos de ser espulsados de la mesa de negociación, ¡nosotros! (gestos de indignación y cuchillo) ¡nosotros!. Y no me quiero extender, que me conozco (y al grito de: y ¡nosotros y ¡nosotros!, todos se levantan para sacar a hombros a nuestro empresario que después del desconcierto inicial, accede y sale por la puerta grande de la sala, con un trotecillo cochinero, grácil, poderoso).
Publicado el 29/07 en International Capital Magazine.
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