viernes, 21 de agosto de 2009

III. LA CENA DEL PRATER


Por fin escucho a un Berlinés decir algo en español.
Pregunto:
-¿Qué tal con Angela Merkel?
(sin pensárselo dos veces me responde)
-¡Fatal!
Philip es neurocirujano y residió en Cádiz, donde obtuvo un acento en el que se mezclan a partes iguales el prusiano y otras hierbas aromáticas. Su mujer Martina trae niños al mundo y en cooperación han traído a Greta. Nos reunimos todo el grupo en una taberna bávara al aire libre, de 1867, en la zona de Berlín que fue del Este. Allí se reunían los trabajadores que reconstruían la ciudad a comer casero. Consiste en una serie de bancos corridos, con largas mesas que se comparten, en medio de una explanada inmensa entre edificios (uno de ellos, el de la derecha es un teatro donde hoy, una camicaze maltrata un piano ante mi indignación). Estos locales están de moda, son alternativos, en un barrio alternativo, de la Gauche Divine. Devoramos cerveza tras cerveza y pedimos algo de nombre dificil para comer, nos lo recomienda Philip (espectacular nos dice). Y son escalopes milanesa, es decir 5 filetes empanados con unas patatas que me traen el recuerdo del sabor de la patata.
Recordamos una nochevieja madrileña, en la que un tango arrabalero me rompió el labio que Philip se negó a coser sobre la marcha, esgrimiendo para ello una botella de cava.
Martina acaba de adquirir una licencia para ejercer en una clínica privada y nos explica las dificultades que ha pasado.
Nos ofrece su coche para el día siguiente, nos sonríe.
Luego cojen sus bicicletas, la de ella porta un transportín para Greta (que no para de soñar y entre sueño y sueño nos invita a unas pastillas de leche de burra).
Compramos tabaco en la máquina (hay que pedir una tarjeta, introducir el dinero y marcar en un teclado el número de su elección, después de toda la operación nadie te da las gracias, el Marlboro a 4 €).
Volvemos a casa con la dificultad del transporte en esta ciudad, tranvía, metro y autobuses no comparten los trayectos, por lo que los acabas usando todos en distintos momentos, pero felices. Haciendo fotos de los carteles (en esta ciudad son maravillosos) y rodeados del cariño de nuestros amigos (Luis Angel y Andrea, han recibido cuatro visitas este verano, no sé cómo les quedan fuerzas, aunque nos aclaran que la nuestra era la única prevista y esperada. Nos emocionamos).
Los turcos de enfrente hoy tienen fiesta. Tentado estoy de poner el Tanhauser que acabo de adquirir, versión Baremboin con la Filarmónica de Berlin. No conformamos con el "Die Geschwister Pfister", unos cachondos oiga.

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