-Si le molesta puedo bajar la música.
Estaba sonando Janis Joplin e iba encantado.
-¿Es Janis o Aretha? Sugerí por mantener conversación.
-Janis Joplin, mi padre no me ponía otra música,que la de las grandes. Soy de hace cuarenta o cincuenta años.
-Todos somos de otro lugar, creo que dije.
-Da gusto tener pasajeros como ustedes, que no dicen tonterías, con uso del lenguaje (se acababa de bajar Sulleiro en la esquina anterior)
-Muchas gracias.
- La gracias las tengo que dar yo. No se imagina lo que se sube…¿Son ustedes maestros?
-Creo que no. Supervivientes si acaso y con dos o tres letras, aunque no sabría decirle cuales.
-Me indica la calle, soy algo nuevo en esto.
-Si, ahora la segunda que nos encontremos.
-¿A la derecha o a la izquierda?
-Siempre a la izquierda.
-Me lo imaginaba, da gusto.
-Jose Antonio Lobo, me despedía
-Yo lo conozco de Radio 3
Uno que hace años que no pasa por esa casa, no quise desilusionarlo:
-No sé si me quedan ya amigos en Radio 3, en cualquier caso nos podemos encontrar en la jaula del Lobo.
Y aquí dejo constancia de que estuve a punto de sugerirle que nos fuéramos de garitos, donde escuchar buena música (seguro que él sabe de alguno, hablamos del Clamores…) Que por su gestión del viaje, me he reconciliado momentáneamente con el gremio de los taxistas, que ya no creo que sean todos una troupe Cope de orinadores puntuales, rascadores de rabadilla, coleccionistas de asientos con bolitas, desconocedores de todas las calles, adoradores del temible dios que habla: Tomtom , predicadores de refrán y pandero, mal encarados secuestradores de nuestros mejores diez minutos del día, si la suerte acompaña. Y que después de las cervecitas con Urce, Sulle, Concha, Elisa, Amara, Alberto, Juan y los consabidos abrazos, no hubo mejor manera de acabar la noche. Eso y mi agradecimiento al desconocido conductor, ¿me llegó a dar su nombre? Y que él lo sepa.
Estaba sonando Janis Joplin e iba encantado.
-¿Es Janis o Aretha? Sugerí por mantener conversación.
-Janis Joplin, mi padre no me ponía otra música,que la de las grandes. Soy de hace cuarenta o cincuenta años.
-Todos somos de otro lugar, creo que dije.
-Da gusto tener pasajeros como ustedes, que no dicen tonterías, con uso del lenguaje (se acababa de bajar Sulleiro en la esquina anterior)
-Muchas gracias.
- La gracias las tengo que dar yo. No se imagina lo que se sube…¿Son ustedes maestros?
-Creo que no. Supervivientes si acaso y con dos o tres letras, aunque no sabría decirle cuales.
-Me indica la calle, soy algo nuevo en esto.
-Si, ahora la segunda que nos encontremos.
-¿A la derecha o a la izquierda?
-Siempre a la izquierda.
-Me lo imaginaba, da gusto.
-Jose Antonio Lobo, me despedía
-Yo lo conozco de Radio 3
Uno que hace años que no pasa por esa casa, no quise desilusionarlo:
-No sé si me quedan ya amigos en Radio 3, en cualquier caso nos podemos encontrar en la jaula del Lobo.
Y aquí dejo constancia de que estuve a punto de sugerirle que nos fuéramos de garitos, donde escuchar buena música (seguro que él sabe de alguno, hablamos del Clamores…) Que por su gestión del viaje, me he reconciliado momentáneamente con el gremio de los taxistas, que ya no creo que sean todos una troupe Cope de orinadores puntuales, rascadores de rabadilla, coleccionistas de asientos con bolitas, desconocedores de todas las calles, adoradores del temible dios que habla: Tomtom , predicadores de refrán y pandero, mal encarados secuestradores de nuestros mejores diez minutos del día, si la suerte acompaña. Y que después de las cervecitas con Urce, Sulle, Concha, Elisa, Amara, Alberto, Juan y los consabidos abrazos, no hubo mejor manera de acabar la noche. Eso y mi agradecimiento al desconocido conductor, ¿me llegó a dar su nombre? Y que él lo sepa.
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