Será porque el Hypercor nunca duerme que esta mañana a las 9 tocaban a la puerta, con uno de esos pedidos de reposición, con los que la Keke me tiene aterrorizado durante horas. Gracias a que tengo que ocuparme de la logística inversa, o sea tirar las cajas de cartón, que puedo a tan temprana hora de un sábado, pasar el mocho para quitar el olor en casa a cachorro mojado (India ¿cuándo aprenderás a mear en la calle?, comparte un poco) y de paso hablar del día que fue Michael Nyman. Ayer 13, viernes, Auditorio Ciudad de Alcobendas???
Nadie en su sano juicio supo explicarme la elección de tan singular espacio. Estaba toda la intelectualidad de Alcobendas disfrazada con sus mejores galas o simplemente disfrazada, el treinta por ciento de la sala calvos y afeitada la testuz. Y en ese espacio tan Moneo, a las nueve (quedan tres minutos para comenzar la función, ocupen sus asientos), salieron 10 músicos y una violinista asustada, que rompió las cerdas de su arco en el tercer tema. Debía ser Cathetine Thompson, con Thomp y son. Nyman incipiente barriguita, todos ropa Armani, qué caídas ¡la virgen! de tela, a bordo de un Steinway and sons, gran concierto, al que no levantaron del todo la tapa sino se come a la band, atacaron con su “Mozart 252”. Advierte el libreto que la obra fue encargada por la BBC, para conmemorar el 250 de Mozart y entregada dos años más tarde (¿qué fue de la puntualidad inglesa?). 252 años para componer una variación “Don Giovanni in Re Minor”, porque el resto de la obra está integrada por distintas lecturas de la banda sonora para “Drowning by Numbers” de Peter Greenaway.(Al fin y al cabo el minimalismo, ¿no consiste en repetirse, hasta que uno suene a sí mismo? No se me interprete mal, el primer bravo de la sala salió de mi boca, aunque eché en falta, de veras, las maravillosas variaciones sobre Purcell que hiciera para el “Contrato del Dibujante”.La segunda parte del concierto la ocupó la soprano Marie Angel (¿querrá emular a nuestra Victoria de los Angeles?) con unos textos eróticos rescatados de Pietro Aretino (s.XV) que fueron proyectados detrás del escenario, con los magníficos dibujos aclaratorios de Marcantonio Raimondi (mismo siglo, dibujos con los que casi acabaron los de siempre, ordenando la destrucción de todas las copias). La mujer que se fue despojando poco a poco del abrigo para descubrir un físico poderoso, interpretó, nos puso nerviosos en ocasiones y se atrevió con las dos voces (masculina/femenina) que aparecen en los textos.
Luego, ellos maravillosamente ingleses, no acertaron a realizar un saludo homogéneo, levantándose e inclinándose a destiempo (¿serán republicanos?, ¿su graciosa majestad, no le ha dado a Nyman ya el título de Sir?). Un piano solo y una versión extendida del “Time Lapse”, cerraron las dos horas de vigoroso concierto.
Me faltó Prestell que lo abría pintado, Jesús Urceloy que lo habría contado, ambos tenéis un ejemplar de mano que os espera. (Por cierto, http://www.prestell.net/ estrena página web hermosísima, donde no menciona nuestra colaboración en el libro-proyecto “Angeles en Réquiem”, también 2006, también Mozart).
Luego ya en la calle, Mary, mi hermano Carlos, en la noche oscura de Alcobendas sin palabras, con la luna casi llena…
Nadie en su sano juicio supo explicarme la elección de tan singular espacio. Estaba toda la intelectualidad de Alcobendas disfrazada con sus mejores galas o simplemente disfrazada, el treinta por ciento de la sala calvos y afeitada la testuz. Y en ese espacio tan Moneo, a las nueve (quedan tres minutos para comenzar la función, ocupen sus asientos), salieron 10 músicos y una violinista asustada, que rompió las cerdas de su arco en el tercer tema. Debía ser Cathetine Thompson, con Thomp y son. Nyman incipiente barriguita, todos ropa Armani, qué caídas ¡la virgen! de tela, a bordo de un Steinway and sons, gran concierto, al que no levantaron del todo la tapa sino se come a la band, atacaron con su “Mozart 252”. Advierte el libreto que la obra fue encargada por la BBC, para conmemorar el 250 de Mozart y entregada dos años más tarde (¿qué fue de la puntualidad inglesa?). 252 años para componer una variación “Don Giovanni in Re Minor”, porque el resto de la obra está integrada por distintas lecturas de la banda sonora para “Drowning by Numbers” de Peter Greenaway.(Al fin y al cabo el minimalismo, ¿no consiste en repetirse, hasta que uno suene a sí mismo? No se me interprete mal, el primer bravo de la sala salió de mi boca, aunque eché en falta, de veras, las maravillosas variaciones sobre Purcell que hiciera para el “Contrato del Dibujante”.La segunda parte del concierto la ocupó la soprano Marie Angel (¿querrá emular a nuestra Victoria de los Angeles?) con unos textos eróticos rescatados de Pietro Aretino (s.XV) que fueron proyectados detrás del escenario, con los magníficos dibujos aclaratorios de Marcantonio Raimondi (mismo siglo, dibujos con los que casi acabaron los de siempre, ordenando la destrucción de todas las copias). La mujer que se fue despojando poco a poco del abrigo para descubrir un físico poderoso, interpretó, nos puso nerviosos en ocasiones y se atrevió con las dos voces (masculina/femenina) que aparecen en los textos.
Luego, ellos maravillosamente ingleses, no acertaron a realizar un saludo homogéneo, levantándose e inclinándose a destiempo (¿serán republicanos?, ¿su graciosa majestad, no le ha dado a Nyman ya el título de Sir?). Un piano solo y una versión extendida del “Time Lapse”, cerraron las dos horas de vigoroso concierto.
Me faltó Prestell que lo abría pintado, Jesús Urceloy que lo habría contado, ambos tenéis un ejemplar de mano que os espera. (Por cierto, http://www.prestell.net/ estrena página web hermosísima, donde no menciona nuestra colaboración en el libro-proyecto “Angeles en Réquiem”, también 2006, también Mozart).
Luego ya en la calle, Mary, mi hermano Carlos, en la noche oscura de Alcobendas sin palabras, con la luna casi llena…
Wolfy!!!
ResponderEliminarEstupenda reseña del concierto. Parece que hubieras estado allí, huh!!.
¡¡¡Los que estuvimos, te echamos en falta!!!
Lástima que no nos invitaras. Mary.