miércoles, 24 de marzo de 2010

MIL QUINIENTAS PALABRAS

No decir más de mil quinientas palabras al día, no escuchar más. Contar las emociones, cada veinticinco palabras una emoción y sino, a la papelera de reciclaje. Decir sólo: no sé dejar de mirarte soy un vendedor de flores, o déjame, déjame, cosas así. Tener el cómputo activo, una segunda voz por si hiciera falta y sólo eso. Observarme las uñas entretanto y realizar extraños y claros gestos: rellenar la pitillera, ofrecer un cigarro. El mundo en sus proporciones pequeñas. Saber que hay un beso al otro lado de la puerta. No volver por él. O sí… luego. Junto con los buenos días. Consciente de que éstos transcurren imperfectos. Pero hoy no. Ni griegos hígados, ni falsificaciones ilícitanas. Verse reflejado en otros espejos. Y hacer de eso himno. Pompa y circunstancia y su contrario. Sobre todo su contrario. Arañar y arañarse. Territorios del aire. Sin aire por medio. No decir más. Nada.

4 comentarios:

  1. And so it is.
    Hermoso escrito.

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  2. ¡Ah! Tranquiliza constatar que ni una sola de las mil quienientas palabras la has malgastado con Alicia.

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  3. Ahora no hacemos del amor las palabras
    Ahora caen charcos de piel en el augurio inconsolable de mi temperamento autista
    Y se desploman canciones como si siempre hubieran estado ahí para mentirte
    Ahora sólo hay oler a ti
    Y pensar que el cuerpo conoce la sintaxis
    Rimar en humedad
    Y dejarse las bocas allá donde no llega el pensamiento.

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  4. Pequeño acróstico para O Lobo

    Las palabras son aire respirado, dar nombre,
    organizarlas libres, amar con ellas, es
    buscarles nuevo asiento, acomodar sus ejes,
    orlar toda su vida, no ser y ser el otro.

    ¡Bravo, maestro! ¡Excelente poema!

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