jueves, 11 de marzo de 2010

TÓSIGO


No hay frialdad me dices,
cogiéndote a mis rodillas
cuando tu nuca no te asiste
y en la respiración pesa
el alumbre y la sal.

Propone una tregua
el solimán que flota en tu aliento,
denuncia el argento sublimado
el color de tus mejillas,
la brevedad del humor colérico
y su medida en tus manos:
óbolos, dracmas de eléboro
en la tarde, veneno y beso
por los pulsos blancos,
en las deposiciones frías
y sí,
aún hay tiempo… pero, ¿quién
contra la muerte perfecta?
¿qué enamorado se detiene,
la mirada magnética
los pies en la sombra?

Y sin embargo,
qué claridad en tu piel
se anuncia,
tras de la maduración,
en  la pérdida..

(fotografía Desiree Dolron)

3 comentarios:

  1. Nota del traductor:
    --------------------

    Muy probablemente, el poeta se refiere en sus versos al eléboro negro, una planta que tiene una raíz muy amarga, con un olor apestoso. (El eléboro blanco, en cambio, se usaba en Grecia para provocar estornudos).

    En fin, nada como empezar el día con un poema desbordante de optimismo. Creo que voy a estornudar sobre el café. Abrazos mil.
    Sulle

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  2. Ay, cuánta razón tienes, me lo dicen mucho en casa también, pero con esto del Mitrídates por aquí, Mitrídates por allá... en cuánto la primavera de rosados dedos asome... voy y cambio.
    Feliz café y madalena.
    Abrazosos

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  3. Y sí, se trata del eléboro negro, una de ésas rarezas que sólo dan flor en invierno, reducido con miel ática da un tósigo pasable al paladar...

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