viernes, 18 de diciembre de 2009

LO HERMOSO (no apto para todos los públicos)


En aquellos días los líderes mundiales del otro lado del espejo se besaban en la boca.  Llevábamos hasta la  la factoria (Barreiros, Pegaso) los bocadillos de chorizo cular envueltos en el periódico Pueblo, dentro de las carteras  de XX Munich 72 y XXII Mocow 80 de intenso ultramar, las letras resaltadas en blanco o en rojo. Las sirenas anunciaban la hora del bocadillo, de la salida.  Manchados de grasa heroíca, torneros, fresadores, mecánicos, hijos de la gran cadena de montaje en mono azul. Sorprende verles andando por la calle de esa guisa. Por las noches,  Leonidas Brevnev esperaba paciente, a los pies de la escalerilla de Aeroflot,  para besar a todos los trabajadores en la boca.
He tenido que explicar en varias ocasiones estos días, que ese himno que asoma cada vez que recibo una llamada (en mi flamante movil nuevo), no es cosa pomposa, no es ruido futil, fanfarría y circunstancia. He recordado  los podios sobre los que ondeaba la bandera roja y en los que los atletas soviéticos con  el perfil de marmol, se abandonaban al recorrido de una lágrima.
Perdón por el panergírico, es que hay días en que uno se levanta y sueña con amasar el pan caliente para todos los vecinos del planeta.

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