jueves, 24 de septiembre de 2009

VAMOS DIRECTAMENTE AL PRECIPUCIO DEL ODIO


Desconozco los mecanismos del odio, soy más dado de natural a los de la desídia, la ignorancia y la alcurnia (éste último lo cultivo en bandeja de plata). Será por eso que cuando descubro odio en el otro me quedo imantado, no puedo dejar de observarle con la mirada magnética de un enamorado. El odio ejerce sobre mí la prédica del sermón del monte, de nepente, queda instalado, siempre instalado sobre el pálido busto de Palas. El odio evoca precipicios, convoca los misales monofónicos, a los oficios de tinieblas. El odio es un rezo al que le quitaron el volumen y esa gente existe. Como el sur, como los navajos, como los conquistadores, tiene una existencia tan real como las máquinas tragaperras, el arcángel S. Gabriel y los algodones de azúcar. Quiero decir, por una vez lo voy a decir, que comparten acera, que se cruzan entre nosotros al subir las escaleras y que me ha salido una rima interna. Están aquí, nadie se llame a equívoco, nadie diga que no fue advertido. Los que odian están interpretando su partitura. Creía que estaban húngaros o tenían el día repugnante, pero no es así.
Reconozco mi equivocación, caigan sobre mi las siete plagas.
Tengo un catarro de naricez, he descubiezto que zoy la mala compañía y prometo no enmendazme...
(La ilustración es de mi amigo Prestell, para "Los ángeles térribles")

Aquí moraban los gigantes,
antes que habitara el silencio,
en esta casa donde nadie
nos puede consolar.

En la caída del gigante herido
ardieron mis ojos,
mientras acudían a ellos las lágrimas
que maldecían al antiguo
linaje de David,
por su atrevimiento y su impiedad,
que de todo hubo.

No caen los gigantes dormidos
sin ser observados, al suelo,
no se apodera de ellos el hacha,
sin un temblor,
no sin que cerremos los párpados
pesadamente en la noche,
¿y mis ángeles?, ésos
son sólo el olvido de un bobo,
de un exterminador,
que se figura a sí mismo, dormido
como dicen que lo hacen, los sirvientes
del dulce amor.

1 comentario:

  1. Professor Wolf,
    Para escribir así no hay que rodearse de talentosss sino llevarloss dentro.
    Solo odian aquellos que no saben de magia y que tienen que convertir la autoridad en verdad y no la verdad en autoridad. Su odio nos rodea pero no nos toca a menos que les dejemos.

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