jueves, 17 de septiembre de 2009

LA CABEZA DE MISHIMA


El miércoles pasado, en Troyes, en medio de una reunión, un operario de 49 años de France Télécom, tras enterarse de que, fulminantemente, iba a cambiar de puesto de trabajo, sacó un cuchillo y se rajó el vientre al grito de "¡Ya estoy harto de gilipolleces!". No murió. El viernes, en París, tras escuchar que, de buenas a primeras, iba a cambiar de jefe de equipo y de cometido, una empleada de la misma empresa se lanzó desde un cuarto piso y se estampó contra la acera. Sus compañeros contemplaron estupefactos durante varios minutos, mientras llegaba la ambulancia, la agonía de su colega en la calle, que murió horas después en el hospital. Ayer, otra empleada del departamento de atención al cliente, y que se enteró de que iba a ser trasladada, se intentó suicidar a base de barbitúricos.
Aparecido en El Pais Digital, 15/09/09, bajo el titular Sarkozy interviene ante la ola de suicidios que sufre France Télécom
Todos llevamos un suicida alojado dentro, en alguna parte de nuestro cuerpo. Algunos lo llevan en la cabeza y se desprenden de ella. Otros lo intuyen en el bajo vientre. A alguno se le figura que el suicida ya ha saltado afuera y lo busca con la mirada.
Todo hombre mata aquello que ama, nos dejó Wilde, el valiente con una espada, el cobarde con la pluma.
Desde la carretera (dicen Astorga) llaman los del camarote de la 214, enriquecidos con Jesús y me proponen on the road again y yo, yo, yo y tu tu tu. Casi me asaltan las lágrimas y me lo quitan todo. Menos mal que hoy llevo poco.

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