jueves, 16 de abril de 2009

MONDADIENTES, F.

Federico Mondadientes siempre estuvo en la boca de todos. Unido a su desagradable aspecto personal, se hacía acompañar de un no sé qué que destilaba su apellido, que en la imaginería popular se identificaba a coches deportivos, descapotables o simplemente caros. Su emporio, creado por su progenitor Carpeto Mondadientes I (nunca hubo un II), se extendía a dos países y varios prioratos (prefería a los de monte bajo, exigen menos del espectador –decía-). A las ya conocidas marcas, Mondadientes Valientes, Mondadientes Entretenidos, los más populares, hay que añadir la gama alta, Mondadientes Verum Rex, que realizaba en exclusiva para varios Ducados y casas reales europeas. Republicano de firmes convicciones, siempre enfrentaba esta notoria contradicción al grito de: ¡Qué se jodan! Su esquema de empresa era sencillo: -Dadme un pino más grande que una casa y con firmeza y tesón, malo será que no obtenga un par de palillos, dignos de figurar en los mejores museos, aunque yo nunca pise ninguno. Este era Federico Mondadientes Cousiña Artapalo, de claros ascendentes gatos, lo que no impedía que unos familiares gallegos en el exilio zamorano le instasen a realizar alguna hazaña. Así a bordo de su rompehielos Intriga Dos (nunca hubo un Intrigado Uno, -me parece un nombre arto solitario para un rompehielos, bastante tengo con ver la cara que ponen los paisanos- aducía), realizó la proeza de convertir en navegable el río Miño, entre las poblaciones de Ourantes y Dradelo. Lástima que cuando llegó a esta última, no hubiese nadie en casa para recibirle. Allí quedó varado el rompehielos y así su gesta ignorada y sin lustre.
Cuando justamente hoy se cumplen, los diez años desde que recibiera la Gran Orden al Mérito en el Trabajo, de manos de un edecán del Rey (se negó a entrevistarse con el monarca), catorce de la rotura mal curada de un tobillo, 950 desde la adjuración de Almanzor, enterramos a este proto-hombre de la patria, alguien que nunca robó un melón, que padeció la soledad y la incomprensión de los hombres de su época (nunca leo a mis contemporáneos, se vanagloriaba, ¡son tan numerosos!). Los estilitas ruegan una oración por su eterno descanso a la que nos sumamos desde aquí. Sus restos serán inhumados mañana en la Almu, después de la hora del almuerzo y dentro de una caja de palillos.

P.S. Como se puede apreciar el cantero de Loeches cometió un infantil error, en la grabación de la lápida. En lugar de Federico, aparece el nombre de Felipe. La familia ha sido puesta sobre aviso y se ha comprometido a subsanar tan incalificable alteración nominal.

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