jueves, 18 de noviembre de 2010

ELEFANTES Y YO

Me apetece pasear en parque. 84 82 66, acabo de leerlo sobre un embalaje (estoy en campaña de fomento de la lectura). Y leo a Luna Miguel y a María Eloy-García y leo a Jesús Urceloy.  Y pienso, pienso y no sé por qué pienso. Debo estar mayor para ser un perturbado, hasta los 17 se puede, se debe. Y pienso si gracias a comer foskitos y tigretones, no estoy perturbado o si eso no tiene nada que ver. Creía que estaba perseguido por mis furias y lo que tengo son micro-ataques de angustía (ayer lo consulté en psicología.la guía2000). Se escribe en google: angustia síntomas. Y aparecía y parecía yo, con mi abrigo de Adolfo, con la bufanda Ampelmann. Pero no debe ser así, debe ser otro quien aparece. Otra puede. Anoche cené con amigos y debo dejar el wiski, las mujeres, el tabaco. O decidirme sólo por uno de los tres. Pero las destilerías parecen tan necesitadas. Veo que me repito, pito. Me apetece pasear en cama. Tengo dos almohadas, tengo a Gregoria jr. que se llama Melody y el teléfono suena. Messenger suena, suena facebook. Me pongo las dos almohadas sobre el rostro y me autohago el amor. Luego nada. Medio cigarro y bailo. ¿Qué horas son mi corazón? Y pienso, enso en neveras. Por qué la nevera se ha convertido en el paradigma. Estornudo sobre los mercados de futuros. Pero no hago crítica social. Ayer acerqué a alguien hasta la cafetería porque hacía frío afuera. ¿Y dentro? No lo sé. Yo no entré en la cafetería. Sobre el papel los mercados de futuros se han llenado de mocos. Elefantes y yo. Y vuelta a la nevera del super ser. Soy. ¿Con qué rimas soy? ¿con hoy? Me apetece pasear en otra mano. Si, te puedes coger de mi brazo sisiquieres. Y en esta calle las raciones de jamón son más baratas que en otra calle. Y abro la puerta del coche y lo abandono frente al hospital. Y doy la gracias.
Pero no, no pasa nada, eso es todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario