A quienes me acompañan
Doy a la distancia y a mi padre,
la mano de una fotografía.
Doy al humo la brevedad de la ceniza
y la humedad a la juventud
de los vecinos.
Doy al ladrón, la borrachera de dios
y del diablo también.
Doy a los antepasados la gracia de esta noche
y un conductor de autobús.
Doy al homicida
y doy al verdugo,
doy a quien se ríe detrás del tabique
y no llora:
la música.
Jor, qué cosa más rotunda y más sentida
ResponderEliminarYo doy al amigo el perdón y la renuncia, el dios que nunca somos y el pequeño salto que hace la piedra entre las ondas del río.
ResponderEliminarqué buen poema, wolf, y buenos comentarios también!
ResponderEliminarsaludos
Con tan atentos dioses que nunca somos, me propondré dedicar a la poesía dos días en semana, en lugar de uno sólo.
ResponderEliminarRepartir mis abrazos.
Wolf
Yo te doy un beso y, cuando quieras, una cita.
ResponderEliminarAtento, Lobo: el beso ya lo tienes; la cita, en cambio, has de quererla.
ResponderEliminarSu lleiro
...dar y dar...a santo de que?...de San Cipriano?...no que rima con...viejas fotos amarillentas y desvaídas que ya no devuelven ni colores, ni tactos ni olores...nada dan, salvo el breve "flash" de mundos desmoronados y un puñadito de polvo...nada más...y nada menos: porque también brillaron bajo esplendorosas tardes de junio y mayo...y también escrutaron antiguas fotos de seres amados...o no tanto...depende...y damos y damos y nos dejamos querer de vez en cuando...y nos aterra el humo, la juventud y las cenizas...ayy las cenizas...y quizá por eso damos!...del resto: pacatos dioses, comedidos ladrones y diablos victorianos, homicidas, verdugos etc etc...ni quito ni doy...me fumo un cigarrillo mentolado a su eterna salud y descanso...Ah la música...solo ella nos acuna, nos desquicia o nos devuelve levemente a acogedores pasados.
ResponderEliminarEpicúrea: cuándo quieras, ¿la semana que viene?
ResponderEliminarMi lleiro: con menos querer puedo ir, con más no.
Raposo: las ajadas fotografías llevan respeto en el rostro, en la mano que cogen. Recuerdo una, en la que trabajé un tiempo, donde un un miliciano de cultura se apoya en un arbol, junto a amigos (probablemente hoy desaparecidos) y nunca he dejado de sentir orgullo.
...bueno bueno, en realidad el devenir sobre el papel que intenta detener el tiempo...solo era algo de pasada...ni orgullo ni humillación alguna o ambas, yo que se...como digo solo era una excusa para comtemplar desnudos de miedo alguno el DEVENIR, así, con mayusculas, del humo, la humedad y las cenizas...
ResponderEliminarSin más, reciban todas vuesas mercedes un beso raposil y algo picajoso